El presidente Nicolás Maduro firmó un decreto de \»conmoción externa\» tras denunciar repetidamente las “amenazas” militares de Estados Unidos a Venezuela. El decreto, que entraría en vigor en caso de una agresión directa contra Venezuela, le otorga a Maduro facultades excepcionales en materia de defensa y seguridad. La oposición alerta sobre un cierre aún mayor del espacio democrático.
Caracas elevó el tono el lunes frente a lo que considera una amenaza directa de Estados Unidos.
La vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, anunció ante el cuerpo diplomático que el presidente Nicolás Maduro había firmado un decreto de conmoción externa.
Esta medida concede, en caso de una agresión al país, poderes reforzados al presidente Maduro para actuar en materia de defensa y seguridad nacional. La medida responde, según el oficialismo, al despliegue naval estadounidense en aguas del Caribe, emprendido por la Administración de Donald Trump en un esfuerzo, asegura, para combatir el narcotráfico, pero que Caracas califica como “pretexto” para intentar forzar un “cambio de régimen” en Venezuela.
\»Poderes especiales\»
Rodríguez explicó que el decreto “le da poderes especiales al jefe de Estado para actuar en materia de defensa y seguridad” en caso de que Estados Unidos “se llegara a atrever a agredir” al país.
El mandatario ha reiterado que Washington busca una intervención “disfrazada” y que su Gobierno no se quedará de brazos cruzados. Sin embargo, el decreto no se implementa de manera inmediata y se activaría en caso de una intervención foránea directa contra Venezuela.
En días recientes, el ministro del Interior, Diosdado Cabello, afirmó que Venezuela debe estar lista para una eventual ofensiva.
“Hay que estar preparados para que cuando ellos vengan ya nosotros les hemos dado dos vueltas y los sorprendidos sean otros, porque Venezuela tiene que seguir siendo inexpugnable”, señaló en un acto militar televisado. El oficialismo justifica así un aumento en los entrenamientos y en la preparación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que considera el pilar central de la resistencia frente a cualquier intento de intervención.
Semanas antes, el Gobierno realizó tres días de maniobras militares en la isla La Orchila, ubicada al norte del territorio continental. Durante 72 horas, se desplegaron 2.500 efectivos, 12 naves de la Armada, 22 aeronaves, helicópteros, aviones de transporte y vehículos anfibios. Las imágenes difundidas por la televisión estatal mostraron paracaidistas descendiendo sobre la isla, tanques apuntando al cielo y radares de última generación de origen ruso.