La Ciudad de México volvió a teñirse de memoria este 2 de octubre, fecha en que miles de voces se unieron para conmemorar el 57º aniversario de la masacre de Tlatelolco de 1968. Desde la Plaza de las Tres Culturas hasta el Zócalo capitalino, la marcha fue convocada por el Comité 68 Pro Libertades Democráticas y organizaciones sociales que mantienen viva la exigencia de justicia y verdad.
Sin embargo, lo que debía ser una jornada de unidad y recuerdo fue empañada por la irrupción de un grupo de alrededor de 350 encapuchados del autodenominado “bloque negro”, quienes desataron actos violentos en el Centro Histórico: incendios en fachadas, saqueos en comercios e incluso el ataque a una joyería.
El saldo fue doloroso: 29 civiles lesionados y 94 policías heridos, tres de ellos en estado delicado. Una persona fue detenida por robo.
Es importante subrayar que este grupo de choque no representa el espíritu del 2 de octubre. La fecha simboliza la lucha democrática y honra a cientos de estudiantes y ciudadanos que fueron asesinados en 1968 por exigir libertades. Reducir esta memoria colectiva a imágenes de violencia y vandalismo es una forma de revictimización que golpea a las causas sociales legítimas.
A pesar de los enfrentamientos, miles de jóvenes, familiares de víctimas, colectivos estudiantiles y madres buscadoras marcharon en paz, recordando a quienes fueron silenciados por la represión de Estado. Su mensaje es claro: ni perdón ni olvido.
Nuestra solidaridad a las y los policías que, en actos de su servicio, resultaron agredidos durante la jornada. Deseo pronta recuperación a los tres que permanecen convalecientes y reconozco el valor de quienes cumplen con la responsabilidad de proteger a la ciudadanía aun en contextos de violencia.
Hoy, más que nunca, se debe distinguir entre la dignidad de una marcha histórica y los actos de quienes buscan desvirtuarla. Porque el 2 de octubre no se mancha con fuego ni saqueos: se honra con memoria, justicia y verdad.
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Graciela Bravata (FFO)